De las Casas afirma que este objetivo de sembrar terror fue el motivo verdadero de la masacre: Acordaron los españoles de hacer [en Cholula] una matanza o castigo (como ellos dicen) para poner y sembrar su temor y braveza en todos los rincones de aquellas tierras. Porque siempre fue esta su determinación...... Las Casas enumera como antecedente las matanzas de Xaragua, en la Española, y de Caonao, en Cuba; nosotros podemos añadir Cajamarca en Perú unos años después, más un largo etcétera. Las Casas escribe que, la mayoría de los españoles, incluido Hernán Cortés, justificaban estas matanzas como un "castigo" a la traición de los cholultecas y por lo tanto como culpa de sus propias víctimas. Se reconoce también un patrón familiar en el proceder de los españoles: un mes atrás, durante su guerra con los tlaxcaltecas Cortés decidió mutilar a 50 embajadores que visitaban su campamento en Tecóac, también azuzado por las noticias de conspiraciones para un ataque nocturno que le dijeron sus aliados. El uso de la tortura, no olvidemos, sirve más para confirmar los prejuicios de quien la ejerce que para revelar una verdad. El ciclo se cierra, de manera macabra, cuando Cortés reúne unos días después de la masacre a los nobles indigenas sobrevivientes y los obliga a pedirle perdón por haberlo provocado a que matara a sus padres y hermanas, madres e hijos. "Después de les haber hablado muchas cosas acerca de su yerro, solté dos de ellos, y otro día siguiente estaba toda la ciudad poblada y llena de mujeres y niños muy seguros, como si cosa alguna de lo pasado no hubiera acaecido [...]

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